Era una tarde frÃa cuando encontré a Lucas. El pobre perrito estaba herido, su pata tenÃa un corte profundo y lloriqueaba bajito, buscando consuelo. Mi corazón latió fuerte. Sin pensarlo, lo envolvà en mi chaqueta y corrà a casa.
Lo curé con cuidado, le di comida y, poco a poco, su mirada triste se llenó de vida. Cada dÃa, Lucas me esperaba en la puerta, moviendo la cola con emoción.
Pero lo que nunca imaginé fue que un dÃa él me devolverÃa el favor. Cuando tropecé y caÃ, incapaz de moverme, Lucas corrió en busca de ayuda. Como yo lo salvé, él me salvó a mÃ.
Desde entonces, somos inseparables. 💗💖
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