Mi red de apoyo sería un ecosistema vital, construido sobre la colaboración y la confianza.
En el corazón estarían mis voluntarios comprometidos: personas dedicadas a la logística, la distribución, y el contacto directo con quienes necesitan ayuda. Me aliaría con refugios animales y organizaciones sociales locales para ofrecer atención veterinaria y apoyo integral.
La comunidad en general sería fundamental: donantes individuales, empresas locales como puntos de acopio, y escuelas organizando colectas. Finalmente, buscaría el diálogo con autoridades gubernamentales en Santo Domingo para coordinar esfuerzos. Esta red diversa y unida amplificaría nuestro impacto, garantizando un apoyo sostenible y efectivo.
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